lunes, 20 de agosto de 2012

Nueva técnica permite implantar una válvula cardíaca sin abrir el pecho

Nueva técnica permite implantar una válvula cardíaca sin abrir el pecho

Un grupo de especialistas peruanos está poniendo en práctica una técnica, muy difundida en Europa que permite atender a pacientes con estenosis aórtica severa sin necesidad de realizar una operación a corazón abierto y en menos tiempo.
Hasta hace poco, en el Perú solo se podía reemplazar válvulas cardíacas mediante cirugías a corazón abierto. Sin embargo, no todos los pacientes podían someterse a esta operación debido a la edad avanzada o por presentar otros problemas de salud. Afortunadamente, una alternativa de solución ha llegado al país: la implantación de la válvula aórtica percutánea (VAP).
El Comercio conversó con Luis Bracamonte, cirujano cardiovascular de la clínica Ricardo Palma, donde recientemente él y su equipo operaron con esta nueva técnica a una mujer de 89 años que padecía de estenosis aórtica severa (EAS). “La VAP está indicada para este problema, que es la enfermedad valvular más frecuente en personas mayores de 65 años”, indicó.
La EAS ocurre cuando la válvula aórtica –que permite la salida de sangre del corazón a todo el cuerpo mediante la arteria aorta– no se abre correctamente porque se ha ido calcificando con el tiempo, generalmente a causa de la arterioesclerosis. Como consecuencia, la persona afectada experimenta dolores en el pecho, mareos, respiración entrecortada y latidos irregulares. Una situación que pone en riesgo su vida.
“En una cirugía tradicional, se tiene que detener el corazón, someter al paciente a un sistema de circulación extracorpórea, abrir el esternón y luego la aorta”. Por el contrario, cuando se implanta la VAP, solo se introducen catéteres a través de la arteria femoral (a la altura de la ingle) hasta llegar al corazón, donde luego se libera la VAP.
Según el médico, “si se tiene a una persona con una aorta calcificada y otros órganos dañados (especialmente pulmones y riñones), abrir el esternón implica correr un riesgo excesivo, mientras que con la técnica de la VAP el riesgo es inferior y es más probable que la persona viva”. Además, durante la intervención, el corazón bombea con normalidad y la persona puede respirar libremente.
A diferencia de las cinco horas que toma la cirugía tradicional, implantar la VAP solo dura tres horas. Bracamonte detalla que antes de empezar, se evalúa la calidad de las arterias y se coloca un marcapaso para controlar el ritmo cardíaco durante el procedimiento.
“Luego se hace una incisión de tres centímetros en la arteria femoral, se le hace una punción y se la dilata para colocar un introductor”, refiere. El introductor –similar a un tubo– se fija a la altura del abdomen, al inicio de la arteria aorta, y sirve para el ingreso y salida de los catéteres. Todo este proceso se visualiza por medio de pantallas, por el método de fluoroscopía (rayos X).
“A través del introductor, se ingresa un balón (como un globo) hasta la válvula aórtica calcificada, que al ser inflado desde fuera, dilata la válvula y la aplasta contra las paredes de la aorta”, señaló el cirujano. En el espacio dejado por el balón (ya retirado), se introduce la VAP cerrada que viaja a través de otro catéter hasta llegar al corazón.
Con la ayuda de un manubrio externo, el médico abre y coloca con precisión la VAP sobre la válvula enferma. La VAP –hecha de pericardio de cerdo y recubierta por una malla metálica que le sirve de soporte– empieza a trabajar inmediatamente. Por último, se extrae el catéter y se cierra la incisión en la ingle.
Para mayor seguridad del paciente, el marcapaso se retira cuatro días después de la intervención. La recuperación toma una semana, mientras que con el método convencional de tres a cuatro meses.
Los integrantes del equipo que realiza esta intervención recibieron entrenamiento por tres años seguidos en Europa.

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